Remontemonos al origen de la palabra Historia, que viene de la palabra griega que significa testimonio o ser testigo: Los griegos hacían un relato de lo que habían visto o de lo que les habían contado, y no entendían la historia tal y como nosotros lo hacemos en la actualidad, ni muchísimo menos.
También nos podemos remontar a los egipcios, que hacían la historia como una crónica de hechos anuales, lo que ellos llamaban Annales. Ambas cosas dan origen a la concepción histórica de los romanos.
Además de los testimonios, los annales para los romanos eran una recopilación de los años, ya que ellos contaban los años por el nombre de los cónsules. En Roma había dos cosas importantes, la res internae (la política) y la res externae (la guerra). De hecho, estructuraban los años así, primero la elección de cónsules, la res internae, es decir la política, lo primordial durante el invierno, a continuación la labor legislativa (más política). Después la guerra en primavera y verano, es decir la res externae, para acabar el año de nuevo con la res internae con una nueva elección de cónsul y así volver a empezar.
Los romanos así mismo, también tenían una variante, la Res gestae, la narración de hechos memorables, dignos de ser recordados, aleccionadores para sus clases dirigentes, un ejemplo para la educación de sus dirigentes y ciudadanos.
Existía a su vez el concepto de Historiae, un acontecimiento que analizaba las causas sin hacer hincapié en la cronología.
De la forma más conocida en que los romanos hicieron Historia, fue con los Comentarii, especialmente nuestro protagonista, Cayo Julio César, con sus Comentarios sobre la Guerra de las Galias, un género particular con una clara intencionalidad política.
Las monografías, es decir, escribir sobre un solo tema, por ejemplo, la Conjuración de Catilina, y las biografias, escribir sobre una sola persona, también estaban presentes en su forma de ver o concebir la Historia.
Hemos de concluir que hay que saber de dónde lees y en que parámetros está escrito para comprender mucho mejor todo a la hora de enfrentarnos a las fuentes históricas.
Hemos de dejar claro que quien escribía la Historia en Roma eran los que sabían escribir, es decir, aquellos ciudadanos que tenían tiempo libre, ocium y esa era la gente que vivía de rentas, la gente importante, los que dirigían los designios de la República, es decir, la nobilitas o los llamados patricios. Ellos eran políticos profesionales que se autojustificaban, pero ¿para qué escribían?
Lo primero que querían era comunicar algo importante y enseñar sobre todo dos cosas:
· Si queréis que todo vaya bien, la nobilitas debe seguir mandando. Si nos inhabilitáis del mando, el mundo será un caos, un desastre. Nosotros tenemos valores y disciplina, somos gente de bien, somos patricios. Si alguna vez las cosas van mal, serán patricios degenerados como Catilina, que dio un golpe de estado contra el poder establecido porque precisamente eso era, un desviado que se juntaba con el populacho, con actores, con prostitutas, que se había salido de su buena línea y había perdido su gravitas. Nosotros somos los buenos, los de rancio abolengo y no snobs (gente sin nobleza), gente como Cicerón y Cayo Mario, arribistas que deben de justificar sus buenas acciones para que la gente no les llame paletos, y aún así...
· Si Roma falla, si no es gobernada por nosotros, el mundo está perdido. Nosotros somos los garantes del orden mundial, los defensores de la libertad y de la cultura. Esto decían los romanos.
Y otra pregunta: ¿para quién escribían? La respuesta es triple:
· Para los de su propia clase, la nobilitas, para enseñarles con ejemplos como hacer política y como no hacer las cosas (suelen ser ejemplos extremos)
· Para el mundo entero, como propaganda. Un ejemplo de ellos sería la obra de Tácito que venía a decir en sus escritos que si los romanos no existieran, sólo habría guerras en el mundo.
· Pero también para procurar placer. Somos una cultura superior y lo demostramos. Tomamos aquello que nos interesa de quien nos interesa y lo romanizamos. Admiramos las fuentes griegas, pues ellos eran superiores culturalmente, pero de los íberos, cartagineses, germanos, galos, etc, sólo tomamos las cosas materiales que nos interesan como el uso de los metales en la cota de maya de los galos, las falcatas íberas, etc.
Nos centraremos, para finalizar, en los historiadores romanos. Al principio, escribían en griego, como una forma más de diferenciarse y de considerarse superiores, el que no sabe griego, es un paleto (como llamaban a Cayo Mario):
· El primero de ellos es Quinto Fabio Pictor, del cual sólo nos han llegado pequeños fragmentos de su obra y que escribió en el siglo III y II a.C.
· Después tenemos a Lucio Cornelio Sisenna, en el siglo II y I a.C.
· A continuación, uno de los más importantes de la historiografía romana, Marco Porcio Catón el Viejo, el Censor, el cabezota que pensaba que la decadencia romana venía dada por su inmoralidad, por su pérdida de virtus, y que acababa sus discursos con el famoso Cartago delenda est (Cartago debe ser destruida y a fe que consiguió que así fuera)
· Gaius Iulius Caesar, con un estilo pulcro y elegante, escribió sus comentarios con la finalidad de que sus crónicas fueran leídas en el foro y así poder estar presente, aun en la distancia en la vida de la urbs, si no fuera por César, que mal nos iría a todos. A pesar que tendía a magnificar los peligros a los que se enfrentaba y el poderío de sus enemigos, es una gran fuente de información, fundamental en la historiografía e incluso en el estudio de la literatura latina.
· Cayo Salustio Crispo, que idealizaba el pasado para oponerlo al presente depravado. En el mundo existe la fortuna, y esta te la encuentras si posees virtus y esa virtus, sólo la poseía la nobilitas.
· Cornelio Nepote, un biógrafo romano que escribió el famoso De Viris ilustris (la vida de los hombres ilustres, y esos hombres eran Catón el Viejo fundamentalmente y el protector de Cicerón, Ático. En estos tres últimos encontraremos seguro referencias a César, pues son sus contemporáneos.
Txema
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