El presente blog está dedicado a la figura de Gaius Iulius Caesar, el romano más grande de todos los tiempos, así como al concurso sobre su figura que se realiza anualmente en el Colegio Sagrada Familia PJO de Valencia entre mis alumnos de ESO. También me sirve como medio de expresión y comunicación con mis alumnos y mis compañeros de Historia, de Clásicas, de Ludi Saguntini,de Prosopon, de Chiron y de cualquier curioso que se quiera acercar. Mi nombre es Txema Gil. Sed bienvenidos.

miércoles, noviembre 08, 2006

César versus Vercingetorix


Durante el invierno, al comienzo del año 52 a.C., marca el inicio de una nueva rebelión gala. Esta vez son las tribus de la Galia Celta, la parte central de la actual Francia.

Convocados por los druidas en el sagrado bosque de los carnutos, se reúnen los principales jefes de la Galia Céltica y se da la señal para la rebelión masiva contra el invasor romano. Las principales tribus participantes serán los carnutos, turones, parisienses, arvernos y cadurcos (ver mapa). Allí en el bosque se fijan los primeros pasos a seguir. El primero y más cruel, es que se fija una hora concreta y un día concreto que marcará el inicio de la rebelión. Y para iniciarla se elige la ciudad bajo dominio romano más próxima al bosque de los carnutos, Cenabum (la actual Orleáns) y se pasa a cuchillo a todos los residentes romanos de la ciudad. El segundo paso es fijar un líder único para su revuelta, un joven de menos de treinta años, de la tribu de los arvernos, hijo de Celtil, con un nombre que significaba “rey de los grandes guerreros”: Vercingetorix.

"El mérito no está en ser parte de la mayoría que DESISTE sino, más bien, en ser parte de la minoría que RESISTE!" Vercingetorix dixit.

Los galos y los romanos tenían una concepción distinta de la guerra. Los romanos basaban su fuerza en el sentido grupal del ejército, en la disciplinada, fría y ordenada legión, que actuaba normalmente como un solo brazo ejecutor de las ordenes de su general, que además era brillante estratega y un astuto negociador.

Los romanos además tenían el concepto de guerra total, es decir, no era simplemente enfrentarse en el campo de batalla y punto. Había que acompañar la batalla campal de la toma de ciudades, el control de las rutas de abastecimiento, el robo y la quema de cosechas... La guerra era un conjunto de circunstancias que daban la victoria o la derrota total.

En cambio los galos tenían una percepción más individualista de la guerra. Ellos eran hombres libres y heroicos que buscaban el desafío o el combate singular y libraban batallas que sus mujeres e hijos podían contemplar desde la retaguardia, mientras ellos exhibían sus capas de colores, sus cascos y escudos relucientes y su habilidad como jinetes o conductores de carros.

Para enfrentarse a Roma se necesitaba disciplina, una movilización general y un mando único que pudiera decidir las tácticas y la estrategia y que fueran capaces de coordinar la intendencia necesaria para mantener abastecido a un ejército de miles de personas. Pero por encima de todo, necesitaban un jefe que fuera obedecido: era preciso dejar de pensar en la tribu como unidad de combate, como base de la organización de una guerra (cada tribu luchaba por libre obedeciendo sólo a sus jefes) y buscar un caudillo que pudiera enfrentarse a César y hacerse obedecer por el conjunto de los jefes de las tribus galas. Y ese hombre era Vercingetorix.

Tras la masacre de Cenabum y tras aprovechar la ausencia de César para sublevar a las tribus de la Galia Celta, Vergingetorix pone en marcha su plan. César, enterado de la rebelión, ya está en camino desde la Galia Cisalpina donde ha pasado el invierno. La táctica de Vercingetorix es atraer a César lo más posible hacia el interior del territorio galo y evitar el enfrentamiento en campo abierto. César en su avance sólo se encontrará campos, cosechas y ciudades quemadas (la famosa táctica de la tierra quemada) y eso pondrá en dificultades el reabastecimiento de su ejército. Hasta veinte ciudades y un mayor número de aldeas caen pasto de las llamas de los propios galos, pero ahora Vercingetorix en su retirada va a cometer SU PRIMER GRAN ERROR.

Avaricum, donde habitaban la tribu de los Bitúrigos, la ciudad más bella de toda la Galia, se niega a ser quemada y sus habitantes, confiados en la inexpugnabilidad de sus murallas y en la cantidad de víveres acumulados que les permitirían resistir un asedio prolongado, deciden hacer frente a César.

Creen que César al no poder tomar la ciudad, pasará de largo. Vercingetorix no tiene más remedio que dejar la ciudad a merced de los romanos que, al llegar a Avaricum ven en la toma de la ciudad y de sus provisiones la única solución a esa campaña que tanto les está costando. La retaguardia romana no encuentra comida para un ejército tan numeroso y los galos atacan constantemente las expediciones de avituallamiento romanas.

Pero el Gran Julio César está a las puertas y no le asustan sus altas murallas. Pone en práctica el trabajo de las legiones y su ventaja en ingeniería militar sorprende a los galos. César construye un torreón de más de 100 metros de ancho y 300 metros de largo que se acerca sobre una rampa hacia las murallas y cuando esta el torreón a la altura de sus murallas, desciende una trampilla sobre las altas murallas que sirve de trampolín a los romanos, haciendo inútiles las altas murallas de la ciudad.

Los romanos se hacen con las numerosas provisiones de la ciudad y aniquilan a más de 40.000 personas, mujeres, niños y ancianos incluidos, dejando sólo 800 vivas que se unen a Vercingetorix.

Una vez ha caido Avaricum, César decide dividir su ejército en dos. Manda cuatro legiones al mando de Labieno hacia el norte, hacía el río Sena, donde está la ciudad de Lutecia (actual París), lugar donde habita una tribu muy belicosa y que está poniendo en jaque el dominio romano de la zona, los Parisi. El propio César, con las seis legiones restantes, marcha hacia el sur persiguiendo a Vercingetorix, que sigue rehuyendo el combate frontal. En esa persecución, el ejército galo se ha situado a la orilla derecha del río Allier y el romano a la orilla izquierda.

Los dos ejércitos marchan hacia el sur, unos a la vista de los otros pero sin poder atacarse mutuamente debido a la anchura del río. Los galos provocan continuamente a los romanos, tocando las trompetas y chocando sus armas contra los escudos, pavoneándose ante los romanos.

Pero César es mucho más inteligente que Vercingetorix e inventa una treta para acabar con esa situación. Amparándose en la oscuridad de una noche de luna nueva, manda a dos legiones hacia atrás y las esconde. A la mañana siguiente simula continuar aquella absurda persecución como si nada hubiera pasado, haciendo los galos lo mismo y sin haberse percatado de la estratagema. Las dos legiones atraviesan el río y se colocan en la retaguardia del ejército galo, comenzando a fustigar sus provisiones. Vercingetorix no tiene más remedio que dejar aquella provocación y refugiarse en la vecina ciudad de Gergovia, un punto casi inexpugnable.

Estamos en junio del año 52 a.C. y César, envalentonado por el éxito del asedio de Avaricum, no se lo piensa dos veces y se lanza al ataque. Lanza a la caballería romana sobre un lado de las defensas de Gergovia, tratando que los galos concentren toda la defensa de la ciudad en ese punto y descuiden el resto. Después, cuando el combate está en lo más duro, lanza al grueso de sus tropas al lado opuesto del ataque inicial. Pero Vercingetorix, escarmentado por la estratagema del río Allier, no se deja sorprender y reacciona a tiempo. César no tiene más remedio que tocar a retirada y abandonar el ataque y asedio de Gergovia, con el rabo entre las piernas y un buen número de bajas. Y marcha hacia el norte para recomponer su ejército y unirse a las cuatro legiones de Labieno que estaban cerca de Lutecia.

Es la segunda derrota de los romanos en la Galia (la primera fue la aniquilación de la legión del legado Sabino). Pero lo más importante: es la primera vez que el propio César, el favorito de la diosa Fortuna, el invencible, sufre una derrota. Es una derrota parcial, pues el numero de bajas no es muy elevado ( 700 romanos muertos de los cuales, 46 eran centuriones, es decir tropas de élite, los mejores soldados que el mundo había conocido) pero es una derrota al fin y al cabo y su efecto psicológico es lo más importante. El mito de hombre invencible ha caido. Se puede derrotar a César en una batalla y esto hace que los galos salgan reforzados psicológicamente, además de que las tribus indecisas, superan el pánico a Roma y a César y deciden unirse a la causa de Vercingetorix. Los eduos por ejemplo, aliados tradicionales de Roma desde el principio, cambian ahora de bando.

Pero ahora Vercingetorix cometerá su SEGUNDO GRAN ERROR. Los galos, envalentonados por la derrota de César y pensando que ahora es mas débil que nunca, quieren enfrentarse en una batalla en campo abierto a los romanos. La táctica de Vercingetorix hasta ahora había sido la contraria, regir el enfrentamiento directo, y le había ido muy bien. Pero la insistencia de los jefes de las tribus le obliga a ceder. Un gran error el de infravalorar a César y su capacidad de reacción que pagarán muy caro.

César se ha unido de nuevo a Labieno y su ejército está de nuevo completo. Vuelve hacia el sur dispuesto a continuar con su guerra. Los galos le esperan cerca de la cuidad de Bibracte. Se produce un enfrentamiento protagonizado por las caballerías de ambos bandos fundamentalmente. César está una vez más al frente de sus hombre, dirigiendo sus tropas y no dudando en ponerse en primera fila del combate, gladius en mano, dispuesto a matar o morir, como uno más de sus soldados. Éste tipo de gestos era lo que los legionarios de César más apreciaban y sentían una fidelidad casi mística por su general. Era un ejemplo a seguir y todos y cada uno de ellos estarían dispuestos a dar su vida por su general. Ese era uno de los grandes secretos de César. En campaña, César dormía en el suelo como uno más, comía el mismo rancho que los demás, conocía a casi todos sus hombres por su propio nombre, si había que cavar, era el primero en hacerlo, si se marchaba a pie, él no iba a caballo. Y en la batalla siempre estaba en primera línea allí donde más se le necesitaba. Esto infundía mucha moral y dotaba de mucho más valor a los legionarios romanos.

Pero no era así Vercingetorix, que por el hecho de ser rey se consideraba superior al resto y salvaguardaba su propia seguridad. En Bibracte, en este enfrentamiento de caballerías, no capitaneó a sus hombres y en cuanto vio que la cosa se torcía, toco a retirada con el grueso de su ejército, abandonando a sus maltrechas tropas a merced de los romanos y refugiándose de nuevo al amparo de los muros de una inexpugnable cuidad, Alesia. La victoria romana fue un bálsamo para las legiones después del revés de Gergovia. Roma volvía a vencer.

La ciudad en la que se refugia Vercingetorix se llamaba Alesia, una ciudad situada en una meseta de 400 metros de altura que dominaba un amplio territorio.

Esta ciudad era santa para los galos y tenía un gran número de santuarios dedicados a las divinidades más importantes de los galos como Tutatis, Lug o Belenos. Allí gracias a su posición dominante, a la experiencia de Gergovia y que esperaba un ejército de refuerzo de 250.000 hombres, se encerró Vercingetorix con cerca de 80.000 personas. Aunque los víveres escaseaban, el caudillo galo esperaba que el cerco no se prolongara en exceso y que la victoria estuviera cerca.

Pero César va a hacer de Alesia una de las ciudades más famosas de la historia militar. Llegando muy rápidamente a la ciudad y sin dudarlo un momento, pone sitio a la ciudad tratando de rendirles por hambre y escasez. Sus 60.000 hombres se ponen manos a la obra y hacen una muralla de maderas reforzadas con torres de vigía y de defensa que rodean la ciudad por completo en un perímetro de 15 millas (unos 27 kilómetros). El interior de ese perímetro hasta llegar a la misma Alesia lo llena de trampas para evitar la salida del ejército de Vercingetorix. Pero César sabe que viene de camino un ejército enorme y tiene que cubrirse las espaldas. Ni corto ni perezoso hace un nuevo perímetro exterior de 21 millas (unos 38 kilómetros) dejando un espacio de unos 200 metros entre el perímetro interior y exterior, para maniobrar en caso de ataque y donde ubica 23 campamentos de legionarios.

El exterior del perímetro lo llena a su vez de trampas como por ejemplo fossae (fosos), stimuli (puntas de madera endurecidas al fuego y enterradas en el suelo), cippi (agujeros con ramas afiladas en el fondo), empalizadas, muros, torres, etc. Una gran obra de ingeniería romana.

En el interior de Alesia, la escasez de alimentos es insostenible y Vercingetorix, aprovechando un momento de descuido de los romanos en sus obras, manda a toda su caballería en busca del ejército que no llega. Éste será el TERCER GRAN ERROR de Vercingetorix, perder a todos sus caballos. No porque fueran una fuente de alimento, ya que para los galos comerse a su caballo era un pecado mortal y un sacrilegio a los dioses, sino porque debilita su ejército ya de por si debilitado. Sus lugartenientes le proponen la antropofagia (canibalismo) como solución, pero Vercingetorix también renuncia a ella y toma otra decisión: abre las puertas de la ciudad y expulsa de ella a todas las mujeres, niños y ancianos, para tener menos bocas que alimentar y confiando en que los romanos los alimenten aunque sean vendidos como esclavos. La victoria era lo más importante para Vercingetorix, mucho más que las vidas de algunos galos.

Pero César, corto de provisiones también, no cae en la trampa de Vercingetorix y deja a toda esa masa de gente encerrada entre el perímetro interior de sus defensas y la ciudad de Alesia, abandonada a su suerte, vagando en tierra de nadie. El hambre acabará matándolos a todos (alrededor de 10.000 personas).

Entonces, el 20 de septiembre del año 52 a.C., aparece el tan ansiado ejército de refuerzo galo. Una formidable masa de más de 250.000 guerreros que lanzan un asalto brutal sobre las defensas romanas que se muestran muy eficaces. Es una lucha de la ingeniería romana contra la fuerza bruta gala. Y una vez más, la falta de liderazgo y la concepción individual de los galos en la batalla hacen que no se produzcan ataques simultáneos ni organizados.

Hasta tres veces en tres días consecutivos, asaltan los galos las defensas de César, que una vez más acude gladius en mano allí donde se le necesita. Vercingetorix saca sus tropas restantes de Alesia para intentar obligar a los romanos a luchar en dos frente, pero son rechazados fácilmente y obligados a encerrarse de nuevo en Alesia. El triunfo de César es definitivo, las murallas de su perímetro infranqueables y los romanos se demuestran un ejército imbatible. Los galos del ejército de refuerzo se retiran, dejando tras de si un campo de batalla sembrado de muertos. César es el único dueño de toda la Galia y nadie, ni el ejército más numeroso y poderoso que jamás se había formado en la Galia, le puede vencer.

Vercingetorix, en un último acto de valentía decide ofrecer su vida a cambio de que no destruyan Alesia ni asesinen a todos sus habitantes. Al día siguiente sale de la ciudad con su mejor armadura, sólo y montado a caballo.

Va hasta el campamento donde le espera César sentado en su silla curul (la que indica su rango proconsular) arroja sus armas a sus pies y se arrodilla ante él, rindiéndose.

César se muestra inmisericorde con su enemigo. Le carga de cadenas, le encierra en una jaula y le arrastrará a la cola de sus ejércitos hasta llegar a la Galia Cisalpina, donde le encerrará en una mazmorra a la espera de realizar su entrada triunfal en Roma y poderlo así exhibir como un trofeo de guerra. Alesia no es arrasada.
César sabe que la guerra está prácticamente acabada y que la ha ganado. Manda mensajes a Roma para informar de la victoria y el Senado concede veinte días de acción de gracias a los dioses en su honor.

¡ Roma vincit !

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Txema, jeje!!! Muy buena esta entrada, no se podría haber explicado mejor.
Soy Jordán, fui alumno tuyo hace unos 6 años (me diste 4º E.S.O, cuando entraste en el colegio y viniste al viaje fin de curso) y ahora estudio la carrera de historia.
Curiosamente me he metido en internet a informarme de los galos y de vircengetorix y mira en que blog he ido a caer...jeje. Ahora lo visitaré a menudo, pero en serio, muy buena la entrada y no es muy larga, perfecta.

Un saludo Txema, cuidate y nos vemos pronto.

Anónimo dijo...

Hola, quisiera me aclararan si en algun momento Julious Caesar pronuncio esta frase cuando vencio a Vercingextorix: "He vencido al hombre mas no a su espiritu.......
Gracias, y saludos desde Syracuse, New York.

Marco[s] dijo...

roma vincit nada.

Roma fue un imperio cuyo unico legado es el derecho, que para ser justos, no fue el unico Estado en sostener leyes para su gobierno.

Corrupcion y vicios. Esclavizaron y exterminaron pueblos enteros por el solo hecho de no aceptar la transculturacion y ser patriotas.

POR SU SOBERBIA, FUERON BARBAROS LOS QUE TERMINARON DE ELIMINAR A ROMA.

currosamba dijo...

Me gustan mucho las novelas históricas, después de acabar el libro suelo consultar algunos pasajes del mismo para comprobar la cercanía/lejanía con los hechos reales y ¡encontré este blog!

Me ha encantado el resumen de este trozo de historia de J. Cesar. Resulta ameno, agil y muy bueno. Le felicito por su dominio del tema y por saber transmitirlo de forma tan impactante, ¡debe ser un gran profesor!

Enhorabuena, a ver si publica más temas.

Mayte

Anónimo dijo...

Me parece exelente y preciso el relato. Les confieso que de historia europea se muy poco ya que soy argentino y vivo en mi pais, pero me pareció fascinante. Esverdad que Vercingentorix tuvo un romance con una proma de Julio Cesar? Juan Aguirre, Santiago del Estero, Argentina

Anónimo dijo...

NO ROMA SE DESTRUYO DESDE ADENTRO, EN LOS ULTIMOS AÑOS DE SU IMPERIO SUS EJERCITOS NO LO COMPONIAN ROMANOS PATRIOTAS LA MAYORIA ERAN EXTRANJEROS QUE BUSCAVAN OBTENER RIQUEZAS Y PODER INDIVIDUAL APARTE DE LA CIUDADANIA ROMANA, AHI ES DONDE COMO NO HABIA UN INTERES COMUN SINO INDIVIDUAL SUS GENERALES MUCHOS EXTRAJEROS SE VENDIAN AL EMEPERADOR QUE LES PAGARA MEJOR O LES OFRECIERA MAS TIERRAS Y ESE SERIA SU NUEVO LIDER, ASI PASABAN DE TRAICION EN TRAICON HASTA QUE REINO EL CAOS Y LA DESCONFIANZA ENTRE ELLOS, DONDE HABIAN VARIOS BANDOS QUE SE DISPUTABAN EL PODER DE ROMA FUE EL EL MOMENTO LIMITE CUANDO ROMA SE DIVIDIO EN IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE Y ORIENTE, OBVIAMENTE EL DE OCCIDENTE NO SOBNREVIVIO Y EL DE ORIENTE QUE TENIA OTRO LIDER LO HIZO NO ACUDIO EN AYUDA AL DE OCCIDENTE QUE ERA SU COMPETENCIA Y ASI LOGRO PERDURAR UN POCO MAS.

Anónimo dijo...

Y MAS ALLA DE QUE ROMA FUERA UN IMPERIO DESPOTA Y CRUEL A VECES, ELLOS TOMARON EL LEGADO DE GRECIA YA QUE LOS ADMIRABAN MUCHISIMO ASI COMO TODA ESA CULTURA Y LA EXPANDIERON POR TODA EUROPA DONDE EN AQUEL ENTONCES ERAN POCO MAS QUE TRIBUS SALVAJES UN POCO MAS AVANZADOS QUE LOS INDIGENAS DE AMERICA QUE ENCONTRO COLON, SALVO LOS AZTECAS Y MAYAS QUE ERAN EN CIENCIAS MAS ABVANZADOS QUE ESTAS TRUBUS EUROPEAS SIN TECNOLOGIA., Y QUE NO CONFORMABAN DE NINGUNA MANERA UNA NACION SINOS QUE ERAN PUEBLOS BASTANTES PRIMITIVOS Y GRACIAS A ROMA HOY SE TRANSFORMARON EN GRANDES PAISES E IMPERIOS COMO EL BRITANICO. Y A ROMA LE DEBEMOS EL CODIGO PENAL, ASI COMO ALGUNOS DE LOS PAISES LATINOS SU CULTURA Y LENGUA, YA QUE MUCHAS DESCIENDEN DEL LATIN. ASI QUE NO HAY QUE MIRAR A ROMA SOLO COMO EL DEMONIO QUE TRAJO LA DESTRUCCION YA QUE ESAS TRIBUS SE PASABAN EN GUERRA ENTRE ELLAS MUY SEGUIDO, SINO COMO UN IMPERIO QUE LLEVO CONOCIMIENTOS A CADA RINCON DE EUROPA, A VECES POR LA FUERZA COMO SE ACOSTUMBRAVA ANTES Y HOY TAMBIEN.