Algunos proyectiles comenzaron a caer sobre los romanos que se mantenían firmes en sus puestos, tratando de abrir bien los ojos y estar atentos ante cualquier movimiento para arrojar sus pilum, pero era francamente complicado por la propia oscuridad. Daba la sensación de que el fragor de la batalla volvía a estar en el sudoeste de las defensas, frente al campamento galo. Flaco y sus compañeros sufrían una tremenda inquietud sin saber qué hacer, firmes en sus puestos obedeciendo órdenes, esperando que en cualquier momento aparecieran las hordas galas enfrente de ellos. Pero el que llegó fue un jinete con la orden de César de dejar un contingente mínimo en las torres y el resto acudir con presteza a reforzar el lado sur que estaba comenzando a sufrir un ataque masivo galo que comenzaba a ser incontenible. Flaco no lo dudó ni un segundo y formó en las primeras líneas de aquellos que se concentraban para acudir en auxilio de la legio XIII Gemina, que defendía aquella posición. Al llegar, los proyectiles lanzados desde el exterior caían en gran número, señal inequívoca de la cercanía de los galos.
La multitud de muertos en las trampas se amontonaban en ellas neutralizándolas. Los galos comenzaban a pasar por encima de sus propios muertos, accediendo con mayor facilidad a la altura de los romanos, que con sus pilum y otros objetos arrojadizos de los que disponían, disparaban causando una enorme cantidad de muertos entre los galos. Pero no paraban de llegar más y más. La débil claridad de las antorchas añadía tenebrismo a la situación. El no poder ver más allá de aquella débil luz que mantenían encendidas los legionarios en puestos estratégicos según César había ordenado, hizo que Flaco dudara ligeramente antes de lanzar su primer proyectil una vez alcanzada una optima posición en aquella zona a la que había llegado hacía escasos momentos. Pero sus ojos se acostumbraron rápidamente a la oscuridad y aquello, unido a su innata capacidad de escucha superior a la del resto, hizo que Flaco comenzara a derribar enemigos. Por fin, estaba en el meollo de la batalla y se sentía útil.
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