El presente blog está dedicado a la figura de Gaius Iulius Caesar, el romano más grande de todos los tiempos, así como al concurso sobre su figura que se realiza anualmente en el Colegio Sagrada Familia PJO de Valencia entre mis alumnos de ESO. También me sirve como medio de expresión y comunicación con mis alumnos y mis compañeros de Historia, de Clásicas, de Ludi Saguntini,de Prosopon, de Chiron y de cualquier curioso que se quiera acercar. Mi nombre es Txema Gil. Sed bienvenidos.

miércoles, noviembre 29, 2006

La Guerra Civil

DE BELLO CIVILI (LA GUERRA CIVIL).

3.8.1.- La conquista de Italia.

Esa mañana César ocupa sin encontrar resistencia la ciudad de Rimini. Y continúa su marcha imparable sin derramar una sola gota de sangre. Las ciudades le abren las puertas y le aclaman como un héroe que es. La ciudad de Pesaro, Fano y Ancona se entregan sin reservas a César y se ponen a su disposición.

En Roma, el pánico entre los senadores es evidente, pues temen la fuerza de las veteranas legiones que han ganado la Guerra de las Galias. Pompeyo decide abandonar Roma y con él, la mayoría de los senadores optimates. Pompeyo además declara que todo aquel senador que se quede en Roma, será considerado un traidor. Sólo los optimates e indecisos siguen a Pompeyo que marcha hacia el puerto de Brindisi, donde espera embarcar a sus dos legiones en dirección a Asia. En Asia Pompeyo tenía un gran prestigio y la mayoría de sus partidarios. Pensaba que era más importante ahora hacerse fuerte que mantener Roma. Ya habría tiempo de reconquistarla cunado hubiera acabado con César.

César pasó de largo por Roma y persiguió a su rival dispuesto a acabar aquel conflicto lo más pronto posible, pero Pompeyo consiguió embarcar sus legiones y abandonó Italia, que estaba ahora en tan solo unos días y sin haber derramado una gota de sangre, en manos de Cayo Julio César.

3.8.2.- La primera campaña en Hispania.

Al volver a Roma, César fue nombrado Dictador por los senadores que se habían quedado. Ponían en sus manos el poder absoluto para que acabara con la rebelión optimate. En los ocho días que César permaneció en Roma, restituyó la ciudadanía a los habitantes de la Galia Cisalpina que tanto le habían ayudado en la Guerra de las Galias y aseguró el aprovisionamiento de trigo a Roma controlando el gobierno de la isla de Sicilia. Dejando a Tito Labieno controlando Roma, César partió por tierra (la flota del hijo de Pompeyo dominaba los mares) al mando de seis legiones hacia Hispania, donde tres partidarios pompeyanos, Afranio, Petreyo y Varrón, controlaban la península. César pronunció estas palabras al partir:

“Marcho a combatir un ejército sin jefe y al volver combatiré a un jefe sin ejército”

En el camino se topó con la ciudad de Marsella que cerró sus puertas declarándose rebelde a César. César dejó una guarnición que le puso sitio a la ciudad y continuó su camino a Hispania. Allí estuvo César 40 días sin entablar una batalla en campo abierto, sólo realizando algunas escaramuzas y sitiando ciudades. Los romanos de Pompeyo, acantonados en Ilerda (actual Lleida) acabaron rindiéndose sin lucha y César les mandó a Roma escoltados por sus legiones veteranas. César dejó a Quinto Casio al mando de Hispania y regresó a Roma. De camino rindió la ciudad de Marsella. Está finalizando ya el año 49 a.C. y César gira sus miras a Oriente, hacia Pompeyo, dispuesto a acabar de una vez por todas con la Guerra Civil.

De camino a Roma, César tiene que hacer frente a un motín de sus tropas en Placentia. Los veteranos están cansados de guerrear y se ven venir que César les va a embarcar hacia Oriente para seguir luchando. César les reúne y les lanza un discurso en el que primero agradece sus servicios con muy buenas palabras y después les castiga con dureza. A la IXª Legión, de donde eran los líderes del motín, les inflinge el castigo del diezmo, que consistía en seleccionar al azar a uno de cada diez soldados y ejecutarlos. Y al resto les licencia con deshonor por su indignidad. Este castigo ejemplar surte efecto entre el resto de sus tropas y tras las solicitudes de misericordia, al final César acepta ejecutar sólo a 12 de los cabecillas y la IXº Legión no es licenciada (era todo un acto magistral, pues César no puede debilitarse en estos momentos). César ha recuperado la disciplina de sus ejércitos y marcha hacia Roma.

3.8.3.- La derrota de Cneo Pompeyo Magnus.

De nuevo en la urbe a finales del año 49 a.C., César reactiva la economía y pacifica los espíritus. Para lo primero, funde el oro del erario público y acuña nueva moneda con su efigie en un dorso y con el título de imperator en el otro. Éste título lo otorgaban los mismos soldados a su general por aclamación popular al haberlos llevado a una gran victoria. A continuación renuncia a su cargo de Dictador y convoca elecciones a las que le mismo se presenta, saliendo elegido como cónsul senior. Con este acto César recupera la legalidad de su mando y ya no es considerado fuera de la ley. Estamos ya al inicio del año 48 a.C. y César parte la encuentro de sus rivales que están alzados en armas contra él.

El ejército senatorial liderado por Pompeyo Magnus, está en Iliria (actual Albania) Se está reforzando mucho y muy rápidamente. Pompeyo cuenta con 200 senadores que residen y se reúnen en Tesalónica. Además tiene a su disposición nueve legiones, la caballería, los auxiliares y una gran flota mandada por Bíbulo (que compartió el primer consulado de César y que le odia a muerte) y que domina las rutas marítimas de abastecimiento e impide las comunicaciones por mar de los enemigos. En total dispone de unos 60.000 hombres a sus órdenes. César ha de actuar con prestancia sino se quiere ver amenazado.

En pleno invierno y burlando la flota de Bíbulo, César atraviesa el mar Adriático con siete legiones, haciéndose con el dominio de toda la zona norte de Iliria con una pasmosa velocidad que deja sorprendidos a los pompeyanos. Bíbulo, aunque tarde, reacciona e impide que el resto de las tropas de César atraviesen el mar. Pompeyo escoge la táctica del desgaste progresivo del ejército de César que tiene cortadas las comunicaciones y las vías de abastecimiento por la flota. Las tropas que faltan y que manda Marco Antonio, no consiguen atravesar el mar y César se pone nervioso. Trata de atravesar de incógnito una fría noche de invierno el mar para regresar a Italia y solucionar el problema, pero la galerna impide que su barco progrese y el capitán del barco decide retroceder. César demuestra su seguridad en si mismo y la confianza que tiene en que su destino está regido por los dioses y le da ánimos diciéndole: “Ten valor, llevas a César y a su Fortuna”. Pero es imposible y César, temiendo por su propia vida renuncia a la empresa. Finalmente las cinco legiones de Marco Antonio consiguen su objetivo, favorecidos por el desconcierto que la muerte de Bíbulo, que se ha esforzado tanto en la empresa que cae presa del agotamiento.

A pesar de que César tiene ahora doce legiones completas, Pompeyo no reacciona y decide acantonarse cerca de la ciudad de Dyrrachium. César trata de repetir la experiencia de Alesia y comienza a realizar un cerco de la posición de su enemigo de más de 90 kilómetros.

Pero un cerco tan grande es imposible de defender y Pompeyo, viéndose atrapado, rompe el cerco y huye hacia la región de Tesalia, en el norte de la actual Grecia. Pero César, más veloz que su enemigo y eligiendo otro camino, llega antes que él y somete la región. Pompeyo no tiene otra salida más que presentar batalla, que se producirá en la llanura de Farsalia el 28 de junio del año 48 a.C.

La batalla de Farsalia enfrenta a romanos contra romanos. César dispone de unos 22.000 hombres mientras que Pompeyo tiene una fuerza mucho más numerosa que ronda los 66.000 hombres. La batalla es una gran victoria del genio militar del Gran Julio César, que con un golpe maestro de su caballería, provoca el pánico en las filas pompeyanas y vence de una manera aplastante.

Según las propias cuantas de César, el solo tiene que lamentar unas 230 bajas, mientras que el enemigo ha perdido 15.000 hombres y 24.000 han sido hechos prisioneros. Pompeyo huye hacia Egipto, mientras César con Marco Antonio al frente, envía a sus tropas a invernar en Roma, otorgándoles el merecido descanso que les había prometido tras el motín de Placentia.

Pero César marcha con unos cuantos hombres en persecución de Pompeyo. Éste, ha llegado a Egipto junto con su familia buscando la protección del Faraón Tolomeo XIV, un niño de tan sólo 10 años, casado con su hermana 7 años más mayor que él, de nombre Cleopatra VII Philopator. Las disputas por el poder entre faraón y faraona son evidentes y los consejeros del niño-rey, expulsan a Cleopatra de palacio, pues así Tolomeo es mucho más manipulable. Al recibir la noticia de que Pompeyo pide asilo en Egipto, los consejeros del Faraón deciden asesinar a traición a Pompeyo para honrar a César y ganarse sus favores, pues están convencidos que César llegará en su persecución. Compran a Septimius, un liberto que acompañaba a Pompeyo y al descender del barco le clava su espada por la espalda y le asesina a la vista de toda su familia que le observaba desde un barco y que vista la traición huyen de allí. Pompeyo es decapitado.

Al llegar César a Alejandría, la capital de Egipto en aquel entonces, los consejeros le presentan la cabeza de César en una bandeja, esperando que la coja y se vaya de Egipto con su trofeo y deje el país tranquilo. Pero la reacción de César no será esa. César llora la muerte de su antiguo yerno, condena el asesinato y desembarca junto con sus reducidas tropas en Alejandría, instalándose en el Palacio Real.

3.8.4.- De bello alexandrino (la Guerra de Alejandría).

Con la excusa del pérfido asesinato de Pompeyo, César decidirá apoderarse y controlar Egipto. Se erigirá en el árbitro de las disputas entre Tolomeo XIV y Cleopatra. César repone a ambos en el poder y controla a Cleopatra convirtiéndose en su amante. Pero los consejeros de Tolomeo XIV no quieren perder su influencia y reaccionan violentamente. Aquilas, uno de ellos, sitia a César y a sus tropas en el Palacio Real de Alejandría en septiembre del año 48 a.C. César resiste los ataques durante cuatro meses esperando la llegada de las tropas de refuerzo. En uno de esos ataques, la famosísima Biblioteca de Alejandría, donde había más de 400.000 volúmenes de todos los idiomas y autores del mundo, la biblioteca más famosa y maravillosa de la historia antigua, perece pasto de las llamas. Muerto Aquilas, el eunuco Ganímedes refuerza con mucha más virulencia los ataques contra César. En una escaramuza en la isla del faro, el mismo César junto con 800 legionarios caen en una emboscada, de la cual solo pueden salvarse unos pocos lanzándose al mar y nadando hasta la seguridad de las naves romanas. El mismo César en su desesperada huida, ha de abandonar la capa escarlata de Imperator, que Ganímedes exhibe como un trofeo.

Pero en enero del año 47 a.C. llegan los refuerzos romanos que acampan a las afueras de Alejandría. Enterado César, en una salida nocturna y por sorpresa se une a esos refuerzos y presenta batalla a Ganímedes y sus hombres, venciéndole de manera aplastante (unos 12.000 prisioneros y más de 20.000 muertos). Entre los muertos está el propio Ganímedes y el Faraón Tolomeo XIV. La ciudad de Alejandría se rinde ante la asombrosa victoria de César. Egipto está ahora en sus manos. Cleopatra se casa de nuevo con otro de sus hermanos de 10 años, Tolomeo XV. Pero César se embarca en un thalamegus y realiza un crucero de dos meses por el Nilo para conocer las maravillas de Egipto junto a una joven cariñosa como Cleopatra a la que le hace un hijo, Cesarión. Podemos decir que César se tomó unas merecidas vacaciones. Al volver, César deja tres legiones en Egipto y vuelve a la actividad.

3.8.5.- La campaña de Asia.

Estamos en julio del año 47 a.C. y a César le reclaman unos urgentes asuntos en Asia. Allí el Rey Farnaces, un reyezuelo de las costas del Mar Negro, descendiente de Mitrídates, se ha rebelado contra el poder de Roma aprovechando la presunta debilidad de los romanos que están enfrascados en una guerra civil. El Rey Farnaces ha invadido la pequeña Armenia. Tras una breve y victoriosa batalla contra el gobernador romano Calvino en Nicópolis, ha invadido también el reino del Ponto amenazando la supremacía romana sobre la zona.

César apacigua a todos los reyes del entorno y marcha contra Farnaces. En la batalla de Zela, César aniquilará todo el ejército de Farnaces en tan solo 4 horas. Es tal la superioridad demostrada por César en el campo de batalla que en su informe al Senado, César escribe la famosa frase:

“Veni. Vidi, Vici” ( Llegué, vi y vencí ).

Deja de nuevo el mando de Asia a Calvino y regresa a Roma, haciendo una breve parada en Atenas.

3.8.6.- De nuevo en Roma.

Veintidós meses después de su marcha César regresa a Roma con todo Oriente pacificado, su enemigo muerto, Egipto bajo su control y sólo con un par de reductos optimates aún por eliminar en África, César está de vuelta en Roma a finales del año 47 a.C.

Pero César se encuentra con una Italia convulsa. Sus veteranos, que ya han dilapidado el botín de sus conquistas, reclaman las tierras prometidas por César y poder así disfrutar del su triunfo al igual que su general. Pero los gobernantes de Roma no les pueden asegurar esas cosas en ausencia de César. Los legionarios veteranos, enterados de que César regresa a Roma marchan hacia allí. César se reúne con ellos en el Campo de Marte, a las afueras de la ciudad. César es muy breve y les pregunta qué quieren. Los legionarios para presionarle y para que les conceda sus peticiones, sabiendo que César les necesita, amenazan con la licencia total. Pero César no se va a enfadar y brevemente les anuncia que les concede la licencia y se dirige a ellos como quirites, es decir ciudadanos. La mayoría de los soldados, al darse cuenta del error que han cometido, comienzan a implorar a César para que no los licencie, que quieren seguir siendo milites, es decir, soldados. Ante este arrepentimiento, César consigue apaciguar el motín y, de nuevo, la unión de sus tropas. Con el ejército de nuevo unido, se dispone a partir al norte de África, donde aún quedan reductos de la resistencia optimate.

3.8.7.- La campaña de África.

En el año 47 a.C., los optimates, liderados por el archienemigo de César, Marco Porcio Catón que había escapado de Farsalia y se había establecido en África, se han hecho fuertes en el norte de este continente y han conseguido la alianza del Rey Juba I de Numidia. Han reunido un poderoso ejército con elefantes incluidos y están dispuestos a acabar con la tiranía del conquistador de la Galia y restablecer los valores republicanos que creen pisoteados.

César desembarca en África con su ejército y el 6 de febrero del año 46 a.C. presenta batalla a las fuerzas conjuntas de romanos y numidas. La batalla de Tapsos es otra gran victoria para el Gran Julio César que consigue espantar a los elefantes del enemigo que se vuelven contra sus propios soldados. Según César en su informe al Senado, solo tiene que lamentar 50 muertos, mientras que los enemigos han perdido más de 10.000 hombres.

Catón se refugia en Útica y César marcha contra él. Los habitantes de la ciudad, asustados por el acercamiento de las tropas, comunican a Catón que le abrirán las puertas a César. Marco Porcio Catón, la noche del 12 de febrero del año 46 a.C., cena con sus amigos filósofos pronunciando una de las frases con las que ha pasado a la posteridad: “El hombre virtuoso es un hombre libre”. A continuación se retira a sus aposentos, relee a su filósofo favorito, Platón y se clava su espada en el vientre. Pero la herida no es mortal. Al despertar de nuevo, habla con los que le rodean diciéndoles:

“No podría soportar de ninguna de las maneras la venganza de César, pero mucho menos su perdón. Prefiero morir que sucumbir ante mi enemigo”

Dicho esto, rechaza los servicios de los médicos y con sus propias manos se reabre la herida con sus propias manos una y otra vez, hasta morir desangrado.

Numidia se convierte en provincia romana y ya no queda casi ningún enemigo al que vencer y acabar por fin esta guerra civil. César regresa a Roma.



3.8.8.- La segunda campaña en Hispania y el final de la guerra.

Estamos en el año 46 a.C. y al regresar de Tapsos, el Senado decreta cuarenta días de acción de gracias a los dioses. Además concede a César el privilegio de poder sentarse entre los cónsules en el Senado y le ofrece el cargo de Dictador por diez años. La guerra civil está casi terminada pero aún tendrá que hacer frente a la última sublevación pompeyana, protagonizada por los hijos de Pompeyo.

En Hispania, Casio, el gobernador que César dejó se muestra como un inepto que sólo piensa en esquilmar la provincia y en el enriquecimiento personal, provocando la sublevación de la Bética (actual Andalucía). En esa coyuntura llega Cneo Pompeyo, el hijo del Magnus, y consigue que los nativos se le unan en rebelión contra, Casio, el gobernador de César. Éste, no tiene más remedio que abandonar Roma y hacer frente a una nueva campaña militar contra los pompeyanos.

La batalla decisiva se producirá cerca de Córdoba el 17 de marzo del año 45 a.C. La batalla de Munda favorece a César, aunque es una de las batallas en que más bajas sufre su ejército e incluso donde más cerca estuvo de perder su propia vida. En un momento decisivo de la batalla tuvo que lanzarse con su gladius en la mano al combate chillando a sus legionarios e infundiéndoles valor:

“Este mocoso no me arrebatará la gloria. Antes moriré luchando”

Esto exclamaba mientras se unía a los soldados de la XªLegión, la más aguerrida de sus tropas que durante años fue su guardia pretoriana (es decir su guardia personal). César hubo de lamentar cerca de 1000 muertos y 500 heridos. Los pompeyanos casi 33.000 entre los que se encontraban los hijos de Pompeyo. La resistencia pompeyana había sido aniquilada definitivamente y la guerra civil, había terminado. César tenía ahora las manos libres y podía regresar a Roma para gobernarla.

2 comentarios:

variopaint dijo...

magnífico blog...te paso una información de utilidad que encuentro en la red...

[…] Un ejemplo es la biblioteca de Alejandría. Fundada alrededor del año 300 a.C., se convirtió, bajo el gobierno de los primeros ptolemaicos de Egipto, en un imperecedero símbolo de cultura y sabiduría antes de desaparecer en la arena y el mar menos de 1.000 años después. “Era la biblioteca por antonomasia” afirma Roger Bagnall, historiador de la Universidad de Columbia en Nueva York. “Ha influido a cualquiera que se haya planteado construir una biblioteca”. Nadie, se queja Bagnall, sabe cuáles eran sus dimensiones o qué contenía en realidad.

La desaparición de la biblioteca también está rodeada de mitos. Una leyenda cuenta que los libros ardieron cuando César conquistó Alejandría en el año 47 a.C., pero la biblioteca seguía en pie en el siglo IV, según informes históricos. Bagnall cree que el abandono fue lo que mató a la biblioteca. “Los libros se pudren”, incluso los papiros libres de ácidos, y señala que no existen datos de ninguna inversión para mantener la biblioteca después de los primeros ptolemaicos.

Para cuando las bandas cristianas saquearon la biblioteca a finales del siglo, por tratarse de una institución pagana, probablemente quedara poco que destruir. “La residencia palaciega ya estaba bastante ruinosa por aquel entonces. Nada de lo que había sobrevivido a la putrefacción superó aquello” afirma Magnall. Más tarde, en el año 642, los árabes trasladaron la capital de Egipto a la región de El Cairo, y Alejandría se sumió en la oscuridad. […]

saludos

Anónimo dijo...

¿Este es un resumen del libro entero de la Guerra Civil de César? ¿Está completo?